Antes Túnez, ahora Egipto

Creo que en general lo que está sucediendo en Túnez, pero sobre todo en Egipto, se presenta en formato blanco y negro cuando la realidad nunca ofrece sólo estas dos tonalidades. Algo que a mí me preocupa especialmente es que las revueltas se lleven a cabo precisamente en dos de los países más moderadamente islámicos de la región y con mayor apertura social, a pesar de los respectivos regímenes autoritarios que, por supuesto, son reprobables. He leído algún apunte señalando que también se estaban cociendo conatos de rebelión en Siria, precisamente otro de los países más abiertos de la zona aunque tenga un régimen igual de censurable. ¿Por qué no hay atisbos de protesta en países como Arabia Saudí y otros de la región con regímenes estos sí verdaderamente feudales y mucho más opacos y represivos?
En mi ánimo pesa demasiado Irak que, con el inefable de Sadam Husein en el poder y siendo un país con muchas carencias, era de los más avanzados del área en todos los sentidos. Lo que llegó tras la invasión es peor desde mi punto de vista. Ojalá no suceda lo mismo en Túnez y Egipto. Estamos ante un tablero especialmente sensible y desigual. Y hacer una lectura que redunda en un alzamiento de los demócratas frente a los tiranos de turno, o que subraya la irrupción de la modernidad contra la barbarie, sencillamente no cuela. Además de que es una interpretación muy burda de una realidad mucho más compleja, evidentemente, que hay que contextualizar. Una vez más, la mirada eurocentrista se ha impuesto en las primeras planas distorsionando la toma y sugiriendo futuros que casan más con el albur de la adivinanza que con el rigor del análisis. Eso sí, el espectáculo mediático está servido.

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