Sobre las críticas (obvias) al capitalismo

Infravalorar el sistema capitalista es uno de los mayores errores que la izquierda ha cometido, y sigue cometiendo. No sólo cautiva a tiburones y especuladores. También a millones de ciudadanos mondos y lirondos. Soy de los que piensan que para enfrentarse con posibilidades al adversario, primero hay que conocer su grado de fortaleza. Y la gran mayoría de la izquierda, hasta ahora, ha preferido sublimar a los subyugados y denunciar las muchas lacras del capitalismo, sin entrar en mayores honduras, como su capacidad para enajenar y cooptar durante siglos. Ese fue entre otros muchos el gran mérito de Marx, que lo radiografió con rigor y metodología. El capitalismo sí es integrador, selectivamente integrador, claro. Y sí es compatible con ciertas democracias, deficitarias evidentemente. Por otra parte, conceptos como burguesía o proletariado, que en otro tiempo retrataban certera y socialmente, se muestran claramente insuficientes hoy en día para enmarcar una realidad que es mucho más compleja y también más decepcionante, porque hay culpables pero también hay legiones de cómplices, por activa o por pasiva. El control sobre los medios de comunicación tampoco es tan zafio como sugieren algunos. El capitalismo necesita también cierta legitimidad social para subsistir; y la busca a su medida y la explota con creces cuando la encuentra. Lo hace con la misma insistencia con la que la desecha cuando se vuelve contraproducente. Síntomas todos ellos complicados, que dificultan el diagnóstico, pero que también deberían ser un acicate para buscar alternativas más amables. En este y otros aspectos, tengo preferencias judiciales: cualquier denuncia debe estar sobradamente documentada. Y es algo que echo muy en falta en muchos textos lanzados desde la izquierda, variopinta, y que redundan en los tópicos consabidos sobre el capitalismo, sin aportar gran cosa.

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