Medios persuasivos

Una nueva joyita de Navarro que me he permitido abreviar por su extensión y sus referencias demasiado localistas. Lo que queda es sustancial, como todo lo que escribe este magnífico veterano. Más que medios de comunicación, medios persuasivos, efectivamente. Se echan en falta en estos lares, textos tan decidores, tan pertinentes como éste que nos ocupa. Lamentablemente, los intelectuales españoles continúan desaparecidos. Los que pueden transcender, carecen de criterio y equipaje; y los que andan sobrados de argumentos, están alevosamente marginados.

VICENÇ NAVARRO
09/08/2010
Plural

Problemas en los mayores medios de información y persuasión del país
Existe una situación preocupante en la democracia española de la cual apenas se habla, o se escribe, en nuestro país. Me estoy refiriendo a algunos problemas todavía pendientes en los medios escritos de mayor difusión de España, problemas que disminuyen la calidad de nuestra democracia. Seguro que la gran mayoría de españoles estarían de acuerdo en que una democracia viva, intensa y dinámica requiere un amplio abanico de rotativos pertenecientes a distintas sensibilidades que garanticen una pluralidad de puntos de vista, presentados éstos de una manera profesional y competente y con un estilo y tono que facilite el debate, en lugar de inhibirlo. Pues bien, ello no siempre ocurre en nuestro país. Es fácil de demostrar, por ejemplo, que el abanico de sensibilidades mediáticas es bastante reducido en España. Si miramos los cinco rotativos de mayor difusión podemos ver que ninguno de ellos ha escrito editoriales favoreciendo unas políticas expansivas de gasto y empleo público, como manera de estimular la economía y salir de la crisis. Todo lo contrario, todos ellos han escrito editoriales apoyando las políticas de austeridad de gasto público y reducción de empleo público, promovidas por el liderazgo de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Voces críticas a estas políticas son también muy escasas en sus páginas de opinión.
A esta falta de diversidad se añade frecuentemente un sesgo conservador y/o neoliberal en sus noticias (…)
La excesiva agresividad e hipérbole
La prensa escrita de mayor difusión se caracteriza por una gran permisividad de la agresividad en la narrativa utilizada por algunos de sus colaboradores. He vivido en muchos países (en Europa y Norteamérica) durante mi largo exilio, y en ninguno he visto tanta agresividad como en muchos artículos que leo en España. En muchos de ellos el insulto y el sarcasmo son la práctica habitual. Así, uno de los autores más conocidos en nuestro país (que goza de enormes cajas de resonancia en los medios madrileños) es el Sr. Fernando Savater, que utiliza un promedio de siete insultos y/o sarcasmos por artículo, lo cual suele encantar a aquellos que comulgan con su nacionalismo mesetario. Sus últimos insultos incluyeron referirse a la manifestación del 10 de julio en Barcelona (en contra del dictamen del Estatut del Tribunal Constitucional) como “manifestación reaccionaria”, sin definir el por qué tal manifestación es merecedora de este adjetivo. Y otro insulto es definir la prohibición de la corrida de toros por el Parlamento catalán como comparable a los actos realizados por la Inquisición, sin elaborar el porqué de este insulto. El Sr. Savater insulta y se queda tan tranquilo. Y los rotativos lo imprimen para el goce de los lectores a los que les encanta este tipo de discurso.

Este “insulto fácil” alcanza dimensiones grotescas en los comentarios que aparecen en las versiones digitales de tales medios, en los que aparecen abundantes insultos personales. Yo escribo en varios países y en ninguno (repito, ninguno), hay tanta agresividad y mala educación como en aquellos comentarios; mala educación, por cierto, mucho más frecuente y palpable entre las derechas que entre las izquierdas.

Por último, sería de desear que se diluyera la hipérbole que dificulta también el debate. A la vuelta del exilio, escribí varios artículos y libros criticando la definición de la transición de la dictadura a la democracia como modélica. No cuestionaba si podría haberse hecho de otra manera y si el enorme dominio del proceso por parte de las derechas podría haberse evitado. No sé si hubiera habido o no esta posibilidad. Pero lo que critiqué es que a la Transición se la definiera como modélica, pues la utilización de tal termino asume que la democracia que tenemos ya es homologable a cualquier democracia que exista en la Unión Europea, lo cual no es cierto como he demostrado en mis escritos.

La respuesta de aquellos que configuran la sabiduría convencional fue casi hostil, tergiversando deliberadamente lo que yo sostenía, atribuyéndome la postura (que no comparto) de que la transición había sido un “desastre”, termino que no utilizo nunca, tergiversación hecha con el objetivo de ridiculizar una tesis que se está probando (acontecimiento tras acontecimiento, desde la decisión del Tribunal Supremo sobre el caso Garzón, a la decisión del Tribunal Constitucional en el caso del Estatut de Cataluña), ser más acertada para definir aquel proceso que la acrítica expresión de modélica.

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