Garzón, en la mira de casi todos

Han corrido ríos de tinta desde que el Tribunal Supremo amagó con revalidar la querella presentada por una organización de ultraderecha contra el juez Baltasar Garzón por su presunta prevaricación al impulsar la investigación de los desaparecidos (muchos miles de republicanos) durante el franquismo. Me quedo con estos párrafos de Manuel Rico:

Baltasar Garzón puede caer más o menos simpático. En su carrera judicial ha dado tantos brincos y cabriolas, ha acaparado tanto espacio mediático y su ego se ha mostrado tan desnudo que cualquier ciudadano puede encontrar motivos de agravio en alguna actuación del magistrado estrella. Resulta mucho más complicado, por muy cazurro que se sea, negar que Garzón ha desempeñado un papel clave en el avance de la Justicia Universal. Así que es probable que se genere una situación de Asombro Universal cuando se confirme que el juez que se atrevió a actuar contra reconocidos asesinos de Chile o Argentina, pierde su plaza de magistrado por iniciar una investigación de los crímenes organizados por no menos reconocidos asesinos en España.

Cierto lo que dice Rico. Pero no hay que olvidar que el Juez español no sólo levanta ampollas en los ámbitos de la derecha y la ultraderecha; también está en la mira de no pocos socialistas que fueron en su día balconeados por la investigación sobre los GAL y el terrorismo de Estado, lo que quizás explique en parte que un juez como Luciano Varela que, según entiendo, fue uno de los fundadores de Jueces para la Democracia (organización progresista) esté cargando las tintas en su contra y busque empapelarlo. Y por supuesto tampoco hay que olvidar que Garzón también fue el responsable de cerrar en su día el periódico Egin por sus presuntas vinculaciones a ETA (algo que nunca se demostró de manera fehaciente), además de cometer otros excesos contra líderes abertzales vascos a los que no hubo manera de procesar por las carencias de la instrucción. Siempre he sostenido que la justicia debe actuar contra las personas, con nombre y apellidos, si es que hay indicios de delito; pero nunca contra los colectivos, llámense periódicos o partidos. Cuando se pretende brillar tanto como Garzón, son muchos los afectados por las quemaduras. Evidentemente, sus diligencias contra la violación de derechos humanos durante las dictaduras militares sudamericanas y su intento de esclarecer lo ocurrido con los desaparecidos del franquismo no sólo son acciones loables, sino que hay que defenderlas a capa y espada en este país tan escurridizo. Pero ubiquemos al mediático Juez donde le corresponde, a ratos bajo el sol, a ratos bajo la sombra.

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