El mercantilismo y la literatura

Soy de los que creen que al conocimiento no se le puede poner precio. Ningún precio. Y que en todo caso corresponde al Estado garantizar el acceso indiscriminado a la cultura, subvencionando o fomentando. Pero el señorito Falcones opina lo contrario y asegura sin el menor rubor que dejará de escribir cuando su obra se pueda leer gratis en internet. Vaya disparate y vaya mentalidad de auténtico mercachifle que incluso llega a comparar un libro con fármacos y coches. Lo que propone es tan grave como tasar la salud.
No he leído su novela; pero me hago desde ahora el firme propósito de no acercarme a ella hasta que circule sin trabas comerciales por la red.Y cuando ese libro esté libre de ataduras, probablemente tampoco lo lea.


En plena polémica por la defensa del Gobierno de los derechos de autor en internet, el autor de La catedral del mar, una de las novelas más vendidas en nuestro país, reflexionó ayer en el Foro de Almería, organizado por el Grupo Joly, sobre la red de redes y cómo afecta a la propiedad intelectual. "En el momento que se pueda leer mi libro gratis en internet, no escribiré", dijo Ildefonso Falcones. A juicio del barcelonés, "los autores de libros deben tener una retribución", pues, por ejemplo, un escritor debe "viajar a los lugares que se recogen en las novelas". "Lo que he escrito es mío y si alguien lo quiere utilizar me tiene que pagar", abundó.

"Cuando vamos a la farmacia a comprar, nadie pide el descuento de la propiedad industrial para no pagarle al que creó la fórmula de la aspirina. Ni los que alardean de coche dejan de pagar las tecnologías que se incorporan a los que las han inventado. Pero hay personas que quieren que con la literatura sea diferente". El escritor catalán aseguró que no le cabe la menor duda de que en 10 ó 15 años cambiará el soporte y las generaciones de niños que ahora están en los colegios con portátiles recurrirán a internet para leer libros. "El lápiz y el papel se quedarán para los románticos, ocurrirá como con los de mi edad, que en su día decíamos que nunca desaparecería el vinilo y al año siguiente no lo volvimos a ver".


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