Venezuela, en el punto de mira

No hay manera. Por más que circulen las urnas y las ideas en Venezuela, el mandatario de ese país sudamericano sigue siendo un dictador oprobioso, sobre todo para buena parte de la derecha internacional, comenzando por la española. Evidentemente, Hugo Chávez no es un ejemplo de contención y su verbo excesivo embarulla muchas veces. Como cualquier político, se equivoca. Y probablemente lo haga más que otros. No en balde la presión a la que está sometido es mucha. Pero se trata de un Presidente elegido en elecciones democráticas una y otra vez, ratificadas además por cuanto organismo internacional se ha plantado en Venezuela con ocasión de los recuentos. Incluso la oposición ha terminado por aceptar los resultados adversos. Los argumentos de quienes han decidido desahuciar a Chávez, son escuálidos, pero cargados de agravantes. La falta de libertad de expresión que denuncian no se sostiene cuando uno llega al país sudamericano y comprueba la diversidad de voces mediáticas, muchas de ellas hipercríticas con el Presidente. Ni siquiera es necesario pisar la tierra de Bolívar. Basta con entrar en Internet para constatar ahí la presencia de periódicos, en plural, que ejercen una oposición sin tapujos. Tampoco aguanta la tesis del final de la iniciativa privada, desde el momento en que la propia Constitución recoge explícitamente el comportamiento mixto de la economía venezolana que nunca se ha apartado de la senda del capitalismo, como lo atestiguan los numerosos empresarios de ese país que siguen al frente de sus negocios y la propia vigencia de un mercado centrado en la oferta y la demanda. Otra cosa son las relaciones que Venezuela quiera establecer a nivel internacional. Y como país soberano es muy libre de entablarlas con quien estime oportuno, empezando por la muy demonizada Cuba. El estilo neocolonial con el que muchos pretenden aleccionar a los venezolanos a la hora de elegir a sus políticos y amigos, no sólo es censurable sino que también resulta contraproducente en un país que, como muchos otros latinoamericanos, consideran que España debe interferir menos en los asuntos de ese continente y acompañar más. Que sean los venezolanos los que decidan el rumbo que les compete. Pero sin estridencias; vaya, sin que las gaitas de los superdemócratas de este planeta estén sonando a cada rato.

Comentarios

María L. Núñez ha dicho que…
A veces la política internacional nos sorprende con actos que, vistos desde fuera, llaman la atención. Muy interesante los análisis de la realidad que nos llevan a la reflexión.

Un saludo

La Frontera de Babel