La manipulación del Tibet

El aluvión de noticias referidas a lo que está sucediendo en la región del Tibet pone en evidencia una vez más la manipulación de una realidad de la que la mayoría de los medios de comunicación ofrece sólo una visión sesgada, cuando no superficial.
“Libertad para el Tibet”, se podía leer en las pancartas de los manifestantes profusamente publicitadas por los medios de comunicación. Pero de qué libertades estamos hablando. ¿Acaso de las que puede traer el régimen teocrático del Dalai Lama y los monjes tibetanos que luchan intramuros para liberarse de las pasiones humanas? Resulta paradójico que uno de los colectivos más jerarquizados y pusilánimes del mundo, como es el de los monjes que visten de azafrán, reclame una libertad que no ejerce nunca como tal desde el momento en que acepta cadenas de mando salidas del particular zodiaco del budismo y catarsis mágicas. Lo increíble es que estos motines contra el régimen chino se hayan difundido como acciones rebeldes de los oprimidos en busca de un sistema democrático, cuando el objetivo según las asociaciones concursantes y poco pacíficas por cierto es el de regresar al Dalai Lama “al lugar que le corresponde por derecho como dirigente legítimo del pueblo tibetano”. Un alarde de democracia vaya, que un señor entronizado por designios inescrutables, nada terrenales, y que se ha beneficiado durante toda su vida en el exilio de los favores más siniestros, incluyendo el espaldarazo de la CIA, sea presentado ahora como la encarnación de las añoradas libertades tibetanas. Otros cantares son las carencias democráticas del régimen de Pekín. La del Tibet es una más de las lecturas enanas e interesadas de la realidad internacional. Y muchos periodistas son cómplices de este tongo informativo. Aunque todo hay que decirlo, lo son fundamentalmente por ignorancia de lo que cuentan.

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