La lucha contra el cambio climático: ¿una prioridad?

En lo personal, me resulta sospechosa tanta insistencia alarmante a propósito del cambio climático que está poniendo en jaque a la humanidad, en palabras del negociante Al Gore y su equipo, frente al escasísimo empeño que esos mismos dirigentes ponen a la hora de atajar los múltiples dramas que afectan al planeta, comenzando por la hambruna, siguiendo por la miseria y la desigualdad, y pasando por enfermedades que devienen en mortales porque el remedio no puede ser costeado por quienes las padecen. Produce cierto sonrojo que el ínclito Gore haga un llamamiento para establecer un compromiso moral a nivel mundial como el que inspiró la lucha contra el fascismo, pero en este caso en contra del cambio climático, y no utilice la misma vehemencia para denunciar situaciones que nos envilecen como especie y nos degradan como colectivo. Hoy y ahora; no mañana, ni pasado. Con ser importante la batalla ecológica, las prioridades del planeta son otras muy distintas. Y es en el terreno, vasto terreno, de las carencias endémicas donde hay que volcar todas las energías y recursos disponibles. Sólo hace falta echar un vistazo al planeta para constatar que como especie dejamos mucho que desear en términos de justicia y solidaridad. Y el cambio climático que se avecina es un eslabón más de esa cadena de despropósitos que se han venido generando sobre todo desde el proceso de industrialización, pésimamente gestionado, que consagró a una minoría y que marginó en definitiva a las tres cuartas partes del condominio humano. No se trata de un balance pesimista; sino de un simple recuento de los daños. Cuando los hospitales están atestados, no cabe primar la prevención. La prioridad máxima debe ser la atención de los pacientes. Alguien dirá que todas las actuaciones son compatibles. Efectivamente; pero el problema es que mientras el cambio climático está copando las páginas de todos los medios de comunicación, quizás porque acabará afectando también al sector de los privilegiados, el resto de los flagelos son sistemáticamente ninguneados. Y esto es lo que indigna.

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