El Vaticano y su enmienda parcial

El polémico viaje de Benedicto XVI a Brasil, que hemos comentado en estas mismas páginas, empieza ya a pasarle factura al Vaticano. Junto a la defensa a ultranza de las posiciones más retrógradas de la Iglesia católica en materia de preservativos, sexo prematrimonial, aborto y eutanasia, el Papa se atrevió a decir allí que la evangelización de América formó parte de un proceso mucho más natural que impuesto. Vaya, que los lugareños estaban en sintonía religiosa con Jesucristo, que lo anhelaban como su salvador aunque ellos en ese momento no lo supieran ofuscados como andaban con la práctica del panteísmo. Falacia la del Papa donde las haya a tenor de la documentación histórica y de las protestas generalizadas que, todavía hoy, protagonizan las etnias indígenas que fueron redimidas durante la conquista más a golpe de trabuco que de rosario. Las desatinadas palabras del Pontífice también constituyeron una ofensa para las víctimas y sus descendientes. Lo que resulta desconcertante es que Benedicto XVI, cuyos discursos son minuciosamente elaborados por lo más excelso del aparato mediático romano, se haya visto obligado ahora a rectificar lo dicho en Brasil. Exceso en el que nunca tendría que haber incurrido. Adjunto más abajo (en cursivas) el cable de agencias, facturado en tono imparcial, que da cuenta del trompazo de Ratzinger en la localidad brasileña de Aparecida donde, según las crónicas de los creyentes, una virgen tan negra como la de Montserrat hizo acto de presencia para amparar a los desposeídos, sobre todo a indígenas y esclavos. En su enmienda, el Papa insiste en relativizar los estragos sociales y culturales que produjo aquel choque de civilizaciones en el mundo nativo; pero al menos se distancia del despropósito original.

El papa Benedicto XVI reconoció las ''sombras'' que acompañaron la evangelización en América Latina, 10 días después de su polémico silencio sobre esta cuestión durante su viaje a Brasil. Como ya hizo tras visitar Auschwitz (Polonia) y Ratisbona (Alemania), el pontífice alemán, Joseph Ratzinger, aprovechó su audiencia semanal en el Vaticano para rectificar sus palabras ante la polémica que surgió por el discurso que pronunció el 13 de mayo en Aparecida, ante los obispos latinoamericanos.
El recuerdo del ''pasado glorioso'' de la Iglesia católica en América Latina ''no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente'', declaró. ''No es posible olvidar los sufrimientos e injusticias infligidos por los colonizadores a las poblaciones indígenas, cuyos derechos humanos fundamentales fueron pisoteados a menudo''.
En Aparecida, Benedicto XVI afirmó que ''el anuncio de Jesús y de su Evangelio no conllevó en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas y no impuso una cultura extranjera'', guardando silencio respecto de las matanzas que acompañaron esa evangelización. También agregó que ''Cristo era el salvador que los indígenas deseaban silenciosamente''.
Representantes de las comunidades amerindias y responsables religiosos expresaron su desacuerdo sobre la visión histórica dada por el pontífice. ''La evangelización fue una imposición ambigua, violenta, un choque de culturas que causó un perjuicio total a los indios'', recordó la teóloga católica Cecilia Domevi.

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