Otra vez la censura...

La censura impuesta a la entrevista que Jesús Quintero le hizo a José María García en la primera de TVE, tiene varias lecturas, todas ellas fastidiosas. En primer lugar, desde luego, su improcedencia. He escuchado los resúmenes más polémicos de la misma y salvo un par de comentarios desproporcionados, que tampoco ameritan reacción oficial alguna, no he detectado más excesos verbales que los que corresponden a un personaje tan controvertido como el periodista que en este país fue pionero al convertir el deporte, sobre todo el fútbol, en espectáculo político. En segundo lugar, esta censura, como cualquier veto público o privado de una información que no contravenga manifiestamente las leyes, supone la descalificación implícita de una audiencia a la que se la considera incapacitada para calibrar debidamente un testimonio y distinguir entre la paja y el heno. Si hay faltas que perseguir, ahí están los tribunales para que intervengan sin necesidad de que los adelantados de turno apliquen su profilaxis. En tercer lugar, causa doble bochorno asistir a las explicaciones del equipo inquisidor para justificar su manotazo, aireando insultos y calificativos incompatibles con la antena, mientras desde la televisión se nos bombardea a todas horas con programas aborregadores, destripamientos rosas que avergüenzan, informativos letales y propaganda indiscriminada que abunda en la necesidad de alcanzar la longevidad aunque te dejes todas las neuronas en el intento, si es que logras salir de la meta con alguna luz. Además, para que nos traguemos el sapo entero, la dirección de TVE (gracias por tanta condescendencia) se permite liberar la emisión de uno de los segmentos en los que García critica levemente al actual Presidente de la televisión pública, Luis Fernández, para que los simples mortales tomemos nota de que la censura de la entrevista no obedece a un gesto revanchista, sino a un honorable ejercicio de protección social. Por último, tan grave es la censura como el hecho de que el señor Quintero acepte que metan la tijera en su programa sin presentar la dimisión al día siguiente. Patética mudez la de El Loco de la Colina que tanto nos hizo disfrutar en la radio con sus silencios alevosos, cuando en las ondas estaban prohibidos los puntos suspensivos. Lamentablemente, no es la primera vez que se ensaya la censura en un medio de comunicación en tiempos de democracia. Estupenda oportunidad para el pataleo y el debate; aunque mucho me temo que con la champion a todo gas y la farándula en ebullición, el atropello de TVE pasará sin pena ni gloria por nuestras acomodadas retinas.

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