Esta Europa no me representa

Las autoridades de la Unión Europea (UE) piden ahora “liderazgo y coraje” para una profunda reforma de la eurozona, pero no acometen con la misma determinación otras convergencias políticas y sociales que contribuirían a crear una región más cohesionada y solidaria, con propios y ajenos.

Resulta cada vez más difícil simpatizar con una UE genuinamente capitalista, que apuesta por la competitividad en términos de mercado y la austeridad en términos sociales, conforme al mantra financiero que rige en Bruselas desde hace tiempo.

Por lo demás, acabará por imponerse esa Europa de varias velocidades que privilegia a los poderosos en detrimento de los más vulnerables y que responde al espíritu mercantilista que se instaló en el Viejo Continente con la venia de los partidos mayoritarios que son los que sustentan éstas y otras iniciativas que ralentizan cualquier progreso verdaderamente comunitario.

Por cierto, los grandes medios de comunicación sintonizan con el predicamento de Bruselas y difunden de manera entusiasta su programa reaccionario como si les fuera la vida en ello. Y es muy probable que así sea.

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