Los mozos de escuadra catalanes ¿ahora son héroes?

Aviso que es éste un texto reventador, a contracorriente. Y que tiene que ver con los recientes acontecimientos ocurridos en Barcelona, último objetivo del terrorismo yihadista.

Utilizaré el término mozos de escuadra y no mossos d´esquadra porque me expreso en castellano. Por la misma razón, tampoco digo que me voy a London de vacaciones. Con todos mis respetos a la lengua catalana que la tengo como mía, porque mi madre es valenciana.

Hecho el inciso, me llama poderosamente la atención que los mozos de escuadra, la policía autonómica catalana, se hayan convertido repentinamente en héroes incontestables en función de unos acontecimientos que al menos en mí despiertan más recelos que certidumbres.

Para empezar, el mozo primeramente encumbrado a la condición de Ulises, lo fue porque abatió (eufemismo ideal para evitar definiciones más dolientes) a cuatro yihadistas que abandonaron el vehículo en el que viajaban después de embestidas varias, pero portando desde luego armas blancas. Deduzco que cuchillos. El caso es que el mozo, convenientemente parapetado y heredero de la instrucción legionaria según aportaron los medios, disparó con su arma reglamentaria para aniquilar como del rayo a los sospechosos. Tiro al blanco, porque infiero que no hubo combate mayor, ni dura refriega difícilmente saldada. Salieron del vehículo y sencillamente los abatió.

No veo ningún acto de heroicidad. Lo que sí percibo es una respuesta policial, entiendo que estimulada y justificada por la tensión del momento, que fulminó a cuatro posibles fuentes que podrían haber aportado testimonios esclarecedores para desentrañar el lío terrorista.

En fin. El caso es que días después, se procede al abatimiento del presunto conductor de la furgoneta, Younes Abouyaaqoub, el joven marroquí que arrolló a la multitud en Las Ramblas provocando una masacre.

El yihadista se encontraba escondido en un campo de vides de la localidad catalana de Subirats, según versiones mediáticas, y bastó con que gritara ¡Alá es grande! y luciera un falso cinturón explosivo, que hubiera detonado en mitad de la nada, sin mayores consecuencias letales salvo para su propia integridad, para que los agentes lo rafaguearan en seco. Otro muerto, otra fuente frustrada.

"Tras pedirle que se identificara, el terrorista respondió abriéndose la camisa y mostrando un cinturón con explosivos, que resultaron ser simulados. El sospechoso también gritó "Alla uh Akbar" (Alá es grande) antes de ser abatido por varios disparos. Durante el registro del cadáver se le encontraron varios cuchillos", dice el periódico El Mundo, en el tono amarillista que distingue muchas de sus informaciones.

Hasta el diario El País ha elogiado a los mozos, lo que es altamente sospechoso habida cuenta de la deriva enredadora de este medio de comunicación.

Mozos de escuadra que han sido elevados, en función de la posverdad, a la categoría de héroes y que encabezarán la manifestación antiterrorista del próximo sábado 26 de agosto.

Forman parte del mismo colectivo que ha enfrentado sucesivos trámites judiciales en los últimos años por torturar presuntamente a inmigrantes o abusar de ciudadanos españoles en los calabozos de esa región del noreste peninsular llamada Cataluña y que nada tienen que envidiar a los de otras regiones.

Algunos de esos agentes catalanes, condenados por el Tribunal Supremo en 2009, por delitos contra la integridad moral y torturas y lesiones, fueron posteriormente indultados por el Gobierno que encabeza el derechista Mariano Rajoy, sumamente alérgico al proceso independentista en el que está embarcado Cataluña.

No es el único caso judicial que compromete a los mozos de escuadra, severamente cuestionados por sus excesos en varias ocasiones. Lo que significa que en materia policial, las complicidades son absolutas.

No me cabe la menor duda de que en los mozos de escuadra hay personajes muy variopintos, que responden a distintos currículos y sensibilidades. Pero como cuerpo policial tienen cuentas importantes que saldar, al igual que otros aparatos del Estado español.

Y de ahí que no proceda santificación alguna. Cumplen sencillamente con su deber profesional como fuerzas de seguridad. Y en el caso de los atentados de Barcelona y Cambrils, creo que actuaron con exceso de celo.

Comentarios