Save the children, una ONG nada ejemplar

Las campañas mediáticas de Save the children son una ofensa para cualquiera que se precie, por más que sus mensajes lleguen con apariencia humanitaria.

Esta ONG solicita a los particulares limosnas para aliviar la desnutrición infantil que asola buena parte del planeta, responsabilizando directamente al ciudadano de la suerte que acecha a los afectados por la hambruna, a los que puede salvar con una módica contribución mensual.

Con ello fomenta la caridad pura y dura, además de eximir a los gobiernos, sobre todo a los más pudientes, de sus obligaciones solidarias a nivel internacional.

Los ciudadanos contribuyen con sus impuestos, directos e indirectos, a los fondos que el Estado debería redistribuir y gestionar con un espíritu inequívocamente colectivo, incluidas aquellas partidas que refuerzan la cooperación al desarrollo.

Sugerir que la vida de un niño depende de una aportación personal cifrada en 10, 15 o 20 euros al mes, es una afrenta en toda regla, por más que los postulantes subrayen que están trabajando para que estas necesidades infantiles sean escuchadas y atendidas en las políticas públicas. Demasiado correcto.

Sencillamente, esta ONG toca parcelas de la conciencia que no le corresponde activar y asume como inevitable la inhibición de los gobiernos que tendrían que volcarse en la atención primaria, dentro y fuera de sus fronteras.

No es de recibo recurrir a la bonhomía ciudadana para resolver una problemática que por su enorme trascendencia debe ser abordada desde las instancias estatales, junto a la acción militante de los organismos que representan a la comunidad internacional.

La caridad sólo cabe en las iglesias. Lo que procede por tanto es la denuncia a bombo y platillo de los recortes presupuestarios que perjudican a los otros. Por no mencionar los estropicios propios.

Y sobre estos menesteres, Save the children guarda un silencio cómplice. Lamentablemente, no es la única ONG que lo hace.

Comentarios