Cuba, Francia y la muy errada España

Exhibiendo su sentido de la anticipación, el Presidente de Francia, François Hollande, protagonizó el primer viaje a Cuba de un Jefe de Estado occidental tras el anuncio del deshielo entre Estados Unidos y la isla caribeña.
La visita, trabajada desde hace tiempo por distintas instancias del Estado francés, responde fundamentalmente a la intención de París de propiciar el desembarco en Cuba de las empresas galas en la nueva etapa de apertura económica, en la que se prevé un notable incremento de las inversiones en un contexto en el que la competencia de Estados Unidos, por pujanza y cercanía, preocupa a los europeos.
Acompañado de una nutrida delegación ministerial, Hollande se entrevistó con el Presidente Raúl Castro y con su hermano Fidel, impulsores ambos de la revolución de 1959.
El golpe de efecto logrado por Francia contrasta con la posición de España que, tras presionar durante años a Cuba, alentar a la oposición interna de las maneras más grotescas, impulsar su aislamiento desde la Unión Europea (UE), y descalificar a las autoridades isleñas con harta frecuencia, se ha visto totalmente rebasada en sus cometidos, no sólo por la iniciativa gala.
La beligerancia hacia la mayor de las Antillas aireada por el derechista Partido Popular (PP), y apenas atenuada por los gobiernos socialistas, está pasando factura a España que ha perdido el protagonismo a la hora de estrechar lazos con Cuba en igualdad de condiciones y poder actuar de sherpa  en el trazado de las relaciones bilaterales que reemplazarán al veto europeo, que sólo sirvió para castigar al pueblo cubano y humillar a sus políticos.
Una vez más, la mediocridad española en materia exterior ha brillado con luz propia a pesar de que la patronal ibérica trató de influir en los últimos tiempos para que el PP corrigiera su rancio rumbo ideológico y se acercara a la isla; no por cuestiones históricas y de alta política, sino por mero instinto mercantil.
Con Estados Unidos y Francia en estado de gracia diplomática, a España le va a costar garantizar la presencia de un amplio espectro empresarial en Cuba, más allá de las compañías establecidas sobre todo en el sector hotelero.
La causante del atoramiento: la miopía y los prejuicios con que la mayoría de los políticos españoles observan el temario latinoamericano.

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