El estigma de Venezuela
La práctica totalidad de los medios de comunicación
españoles se dedican a alentar el golpismo en Venezuela sin reparar en las
consecuencias, que ya bordean el drama.
Lo hacen de manera burda, porque el retrato que facturan es
el de un país regido con mano de hierro por el presidente Nicolás Maduro, con
una oposición reprimida y acogotada, y con un déficit democrático por el que se
cuela el totalitarismo, mientras prende en todas las esquinas la ruina
económica.
No hay análisis ni contexto, ni honduras ni matiz alguno en
estos groseros trazos de una Venezuela cuyo régimen está siendo continuamente
desacreditado, con andanadas de calificativos que presagian los funerales del
chavismo.
Erigidos en guardianes del sistema capitalista como único
procurador de democracia, los medios de comunicación arremeten contra los
populismos que atentan contra el orden instituido y que amenazan esa
estabilidad que con tanto esfuerzo nos han construido para que la preservemos
por encima de cualquier otra urgencia social.
Evidentemente, el chavismo ha cometido errores; pero también
ha tenido aciertos a la hora de atajar las desigualdades y mejorar los servicios
de educación y sanidad en sectores tradicionalmente marginados.
Cierto que el Gobierno de Caracas, con Maduro instalado en
una beligerancia en muchas ocasiones ramplona, no se ha empleado lo suficiente
para frenar la creciente polarización, aunque en este caso la oposición
venezolana, atrabiliaria donde las haya, tampoco ha contribuido a la distensión.
Caben muchas lecturas de la realidad venezolana; pero lo que
no procede es la machacona criminalización del chavismo que en España adquiere
tintes descomunales en los medios de comunicación, probablemente por la
ignorancia que en materia internacional caracteriza al grueso de la población que es incapaz de distinguir entre tanta maraña.
La manipulación y el desdén informativo no cejarán hasta que
la disciplina regrese a Venezuela y sus gobernantes acepten de buen grado las
reglas del único juego que cuenta realmente a nivel mundial y en el que sólo participan acreditados tahúres.
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